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El renacimiento de los Mercados de Abastos: ¿un patrimonio en riesgo o un futuro sostenible?




Rememorando a William Shakespeare, podríamos decir que “esta es la cuestión” cuando hablamos de los Mercados de Abastos. Transformar sus modelos de negocio —cada uno con sus particularidades— para adaptarlos a las necesidades y exigencias de los usuarios en una sociedad en constante evolución es un reto formidable. No solo se necesita un buen proyecto y los recursos necesarios, sino también visión de futuro, ya que la remodelación de un Mercado está diseñada para perdurar muchos años.


Un ejemplo emblemático a nivel mundial es “La Boquería” de Barcelona, donde se busca hacer convivir el Mercado tradicional, orientado al consumo de proximidad, con las nuevas dinámicas derivadas del turismo. Si bien existen muchos elementos —infraestructuras y servicios— que pueden ser comunes a ambos tipos de actividades, también hay notables diferencias —en horarios y tipos de clientes— cuando se trata de gestionar lo que sigue siendo considerado un servicio público.


En las últimas décadas, la propia existencia de los Mercados de Abastos ha sido cuestionada, especialmente con el auge de la oferta privada en la distribución de alimentos, lo que ha hecho parecer que su presencia ya no es necesaria. En España, por ejemplo, los ayuntamientos dejaron de estar obligados a prestar este servicio. No obstante, se ha defendido su valor, demostrando la eficiencia del servicio durante momentos críticos, como la pandemia de COVID-19.


Hacer convivir un modelo de mercado orientado a promover y disfrutar la gastronomía, basada en productos frescos y en un consumo responsable, parece una propuesta positiva. Sin duda, esto interesa tanto a las administraciones responsables del servicio como a los comerciantes, quienes ofrecen de manera efectiva sus productos a los ciudadanos. Un modelo basado únicamente en ofrecer productos “típicos” a los turistas parece alejado de la verdadera responsabilidad de una administración municipal. Incluso, se podría argumentar que los Mercados también podrían ofrecer otros servicios públicos, referidos a productos no alimentarios.


Es evidente que el modelo tiene dificultades. Basta con observar los puestos vacíos en casi todos los Mercados. Si las ciudades consideran su conservación de interés —y, de hecho, muchos municipios, sin estar obligados, se esfuerzan en mantenerlos—, parece necesario reflexionar profundamente sobre cómo lograr su transformación. ¿Qué infraestructuras son necesarias? ¿Cómo despertar el interés de los profesionales de la alimentación para que colaboren en la prestación del servicio? ¿Qué cambios en los modelos de gestión, administración y dirección son deseables? ¿Cómo integrar una oferta atractiva y prestar servicios a los usuarios que, a su vez, contribuyan al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible? Y, finalmente, ¿cómo promocionarlos y dinamizarlos de manera efectiva?


Este es, sin duda, un reto formidable, pero irrenunciable si el objetivo es conservar los Mercados de Abastos.

 

Sergio González Reyes 

Co-Fundador y CEO de la Plataforma Dreaming Markets

Para mayor información:

 

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