El cierre del Mercado de El Naranjo: cuando un barrio pierde su corazón
- Roberto Alonso

- 4 sept
- 3 Min. de lectura

El Ayuntamiento de Córdoba ha decretado el cierre definitivo del mercado municipal de El Naranjo. La extinción del derecho de ocupación del último puesto en activo, la carnicería de Rafael Jiménez pone punto final a una plaza que llegó a tener 13 comercios abiertos y que, como tantas otras, fue quedando vacía con el paso de los años.
El edificio será reconvertido en un centro de participación para mayores, con un presupuesto superior a 421.000 euros aprobado en 2024. Una decisión que, más allá de su utilidad social, evidencia una tendencia preocupante: cuando un mercado municipal pierde actividad, la respuesta de las instituciones suele ser clausurarlo, en lugar de revitalizarlo.
Lo que se apaga con un mercado
Un mercado municipal no es un simple espacio de compraventa. Es un ecosistema con valor económico, social y cultural. Cada cierre conlleva pérdidas silenciosas:
Proximidad y confianza: comerciantes que conocen a sus clientes, creando lazos que ninguna gran superficie puede replicar.
Dinamismo urbano: la actividad del mercado atrae vida a su entorno, impulsa al pequeño comercio y refuerza la identidad de barrio.
Patrimonio colectivo: los mercados son memoria viva de la ciudad, espacios donde conviven generaciones, productos locales y tradiciones.
Cuando se cierra un mercado, el barrio no solo pierde un servicio, pierde un punto de encuentro, un motor de vida.
¿Era inevitable cerrar El Naranjo?
El Ayuntamiento justifica la decisión en la baja ocupación, los cambios de hábitos de compra y la competencia de nuevas superficies comerciales. Argumentos que hemos escuchado en muchas ciudades.
Sin embargo, el problema no es solo la falta de clientes: es la falta de políticas activas de modernización y adaptación. En otros lugares, se han impulsado mercados mixtos que combinan comercio tradicional con gastronomía, cultura, espacios de emprendimiento o incluso servicios sociales. ¿Por qué en Córdoba la única salida ha sido apagarlo por completo?
La necesidad de un centro de mayores en el barrio es incuestionable. Pero, ¿acaso no habría sido posible una solución híbrida, que integrara ese servicio con un mercado renovado y dinámico? El cierre elimina esa posibilidad y confirma un modelo urbano que arrincona los valores del comercio público.
Una llamada a la reflexión
En Dreaming Markets sostenemos una convicción clara: los mercados municipales no son un problema del pasado, sino una oportunidad de futuro. Con visión, inversión y creatividad, pueden ser espacios estratégicos para el abastecimiento local, la sostenibilidad alimentaria y la cohesión social.
Cerrar es lo fácil. Lo difícil, y lo valioso, es revitalizar, innovar y mantener vivos estos corazones de barrio. Córdoba ha optado por lo primero, renunciando a la oportunidad de demostrar que otro modelo es posible.
Cuando un mercado se apaga, no solo se apaga un edificio: se apaga una parte de la ciudad, un fragmento de nuestra identidad común. El cierre del mercado de El Naranjo es una pérdida para Córdoba. No solo desaparece un edificio: desaparece una oportunidad de hacer ciudad de otra manera.

Existen ejemplos en otras ciudades, como Zamora, donde pese a las dificultades se ha optado por modernizar y relanzar el mercado municipal en lugar de cerrarlo. Desde Dreaming Markets hemos acompañado procesos de este tipo porque creemos que es ahí donde se demuestra que hay futuro: cuando se apuesta por transformar en lugar de clausurar.
Roberto Alonso Gordón
Co-Fundador y Director de la Plataforma Dreaming Markets
Para mayor información:
Correo: info@dreamingmarkets.com




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